domingo, 19 de abril de 2015

Definición de rutina



Oh bendita rutina que haces que me levante todos los dias a la misma hora, ni un minuto arriba ni uno abajo. Suave y dulce melodía, costosísimo abrir de ojos para ver el reloj y corroborar que no es un error...qué día es hoy? Lo que está claro es que no es fin de semana, ni estoy de vacaciones. ¿Nadie va a apagar esa alarma del demonio?

Vale, tengo que levantarme ya. 5:40 am, vaya crimen contra la humanidad, ni siquiera han puesto las calles todavía! Cojo el móvil, apago la alarma, quito el modo avión y pongo en marcha el piloto automático. Sé que si me desvío 2 minutos del plan, son dos minutos que llego tarde al trabajo, tengo todo controlado al milímetro. Me he vuelto un egoísta empedernido con mi tiempo, no regalo nada, es mío, solo mío.

Desayuno, me ducho y me visto, por ese orden, no es negociable. Miro el reloj antes de salir, hoy voy un poco justo! Salgo a la calle e igual que ayer y lo mismo que mañana, es de noche.
Giro la esquina y ahí están. No sé cómo se llaman, ni dónde trabajan, ni la edad que tienen, pero ya se han incorporado a mi día a día, a mi rutina. Un hombre y una mujer de mediana edad, esperan en la acera a que pase un microbus, que normalmente, al tiempo que paso por su lado, llega para recogerlos y llevarlos a su lugar de trabajo. Cada mochuelo a su olivo. Y si un día paso y no están, los echo de menos y empiezo a elucubrar sobre los motivos por los que no están en su sitio. ¿Los habrán despedido? ¿Habrán cambiado de turno? ¿Se habrán dormido? ¿Estaré llegando tarde? ¿Será todo un sueño y despertaré en un fantástico apartamento en la playa con vistas al mar? Va a ser que no...

Sigo caminando y voy comprobando que todo está en orden. La chica de pelo moreno rizado sentada en la marquesina y esperando al autobús. El portero de la comunidad fregando de buena mañana uno de los portales de los que se encarga. El señor mayor paseando a sus dos pequeños perros negros. El otro señor mayor sentado en el mismo taburete, del mismo bar, bebiendo el mismo whisky en copa pequeña, mirándola como si fuera lo único que posee en este mundo. ¿Quién sabe las historias que se esconden detrás de cada una de estas personas con las que un día tras otro nos cruzamos y nunca llegaremos a conocer?

Salgo del garaje y la rutina aplastante no me abandona. Paro en el mismo semáforo, donde en la misma frutería de todos los días, está parado el mismo camión descargando fruta y un empleado, dentro de la tienda, ordenándola. Adelanto a la furgoneta que veo delante porque ya se que un poco más arriba va a parar en segunda fila para recoger a un par de trabajadores y ya que estoy me quedo en este carril porque al final de la avenida para otro camión que invade el carril derecho.
Paro en el siguiente semáforo en rojo y una vez más, el señor en moto está detrás, a punto de desviarse a la izquierda para entrar en el hospital. Esta rutina se prolonga hasta llegar al trabajo pero no voy a aburriros con detalles de conductores que se hurgan la nariz a la espera de que se ponga en verde el semáforo y cosas así.

Luego nos dicen de lo peligroso que es caer en la rutina...pero según se mire puede llegar a ser interesante, inspiradora e incluso divertida.

Bendita y maldita rutina!